Llevamos mucho tiempo hablando sobre amor e intentando
explicarle a la gente por qué tenemos tan claro que esto del amor merece,
siendo generosxs, un chequeo en profundidad.
Y estamos, lamentablemente, curtidxs en conversaciones trabadas,
circulares, extraviadas en afirmaciones prerracionales que agotan nuestra
energía y acaban transmitiendo la sensación de que no se ha llegado a nada y
por tanto el tema, que tendría que ser clarísimo, quizás no lo sea tanto.
Luego, al volver sobre estas conversaciones, conseguimos
poner orden, y comprendemos los mecanismos que han provocado que los
razonamientos fallen o, más bien, que no hayan podido operar normalmente.
Entendemos cuál ha sido la trampa que en cada ocasión ha hecho otra vez difícil
llegar al punto de partida que proponemos, tan obvio, que es que el amor
necesita esa revisión en profundidad y, muy probablemente, ser sustituido como
referente relacional.
Opino que se trata de un problema fundamentalmente técnico.
Nos faltan automatismos que nos conduzcan con agilidad al terreno del debate
real, y que puedan, con la misma agilidad, evitar los lugares comunes en los
que la ideología amorosa se refugia para poder postergar indefinidamente este
debate.
Por eso he pensado que un esquema como el que os propongo
puede ser útil. Tener claro este dibujo, o uno similar, y tener claras las
razones por las que debe ser seguido en cada paso nos ayudará a salir airosxs
de la gran mayoría de esos escollos. Con un poco de suerte lograremos el
ansiado objetivo de llevarnos al amor al lugar en el que debe estar, es decir,
el del debate y el análisis, y del que, como sabemos, es bien difícil que
escape indemne.
He intentado no acumular demasiados eslabones ni dejar fuera
ninguno relevante. Como veis el resultado es un esquema de siete pasos, que son
otros tantos recursos que emplea el discurso amoroso para eludir el análisis.
Mi idea ha sido ordenarlos según una serie más
o menos lógica para darles un sentido de recorrido que ayude a su
comprensión y automatización, aunque es evidente que es raro que los siete
aparezcan juntxs en la misma conversación o que se siga exactamente esta secuencia.
Sin embargo, cada uno va cerrando un poco más las vías de escape al amor, y
cada vez que este avanza un paso por el camino verde, condenando una salida
roja, se encuentra un poco más cerca de la casilla final, es decir, se ve cada
vez más atrapado en el espacio del debate verdadero.
Los detallaré tan sintéticamente como pueda. Recordad que el
objetivo es que esta secuencia, u otra similar, se convierta en un camino
automático y automatizado del que les sea difícil sacarnos. Que les sea
complicado llevarnos a ningún otro sitio que no sea el espacio de la
racionalidad ética.
PASO 1 – Este es el más general; el que constituye el
necesario reconocimiento del acto mismo de la comunicación y de todxs lxs
interlocutrxs como tales. Fuera de él la comunicación es imposición unilateral
y, normalmente, violencia. Veamos en qué consiste.
En el Banquete de Platón comprobamos cómo ya entonces hablar
de amor no era necesariamente hablar para entender el amor, o para aclarar nada
sobre él, sino más bien un ejercicio de regodeo sensitivo con fines lejanos al
análisis (enardecer la pasión amorosa, normalmente, calentar, hacer que el amor
opere y tenga consecuencias). Es lo primero que deberemos señalar en nuestra
conversación sobre amor. Vamos a exponer ideas, a PENSAR, no a MANIPULAR
emociones. Esto último puede ser legítimo en otras circunstancias (un texto
literario, por ejemplo) pero para eso, como para que te den un masaje, por más
placentero que sea, hace falta consenso específico. Hablar conlleva, a priori,
respetar las condiciones de racionalidad de la conversación. Conlleva poner las
cartas, es decir, los argumentos, sobre la mesa, y dejar que sean ellos, y no
un sujeto, los que persuadan. Respetarnos implica dejar de lado el lenguaje
poético. Cuando queramos un masaje lo haremos saber.
PASO 2 – Stilla olei
ardentis − Ya estamos en el espacio del diálogo. Y como sabemos que el amor
es tramposamente polisémico vamos a preguntar qué es el amor. DEFINIR debe ser
nuestro punto de partida. Cualquier ladrillo que pongamos antes que este se estará
apoyando sobre el aire. Entonces nuestrx interlocutor/a nos mirará compasivx y
nos explicará que el amor no puede definirse. Es el momento perfecto para
devolverle el favor y explicarle a su vez que, si bien lo que afirma parece
poco probable porque se trataría del único concepto conocido que no puede
definirse, vamos tomando nota de esta exigencia como característica relevante a
la hora de dar, precisamente, su definición (“concepto que enuncia sobre sí
mismo que no puede definirse”. Vaya, ¿a qué me suena esta prohibición sobre el
saber?). Si nuestrx interlocutor/a colapsa ante la necesidad de especificar qué
quiere decir cuando emplea el término “amor” podemos ofrecerle la salida de la
NULIDAD: un concepto cuyo contenido no puede especificarse es un concepto sin
poder comunicativo. No puedo entender lo que dices, hablas un idioma
absolutamente individual. Es, literalmente, una sucesión arbitraria de sonidos,
una no-palabra y, por lo tanto, queda fuera del vocabulario. Por nosotrxs,
perfecto. Que no la volvamos a oír.
PASO 3 – Algunxs interlocutorxs se avendrán a definir, y
algunxs se mostrarán encantadxs con ello, porque disponen de una bellísima
definición de amor que están ansiosxs por compartir. Este es su momento.
Escuchémosles: “El amor es desear a la otra persona lo mejor para ella”. “El
amor es sentir la armonía de la conciencia”. “El amor es la fuerza que mantiene
unida toda la naturaleza”. Cuando la lágrima de emoción haya terminado de
correr por su mejilla digámosles que es muy bonito pero que, lamentablemente,
resulta IRRELEVANTE (cuidado aquí con los egos heridos, porque nuestrx
interlocutor/a cree que nos acaba de hacer un regalo). De lo que estamos
hablando no es de lo que el amor debería ser, sino de lo que realmente es; lo
que nos interesa no es el tutifruti orientalista que descompone la masa gris de
nuestrx interlocutor/a, sino el fenómeno social llamado “amor”, y cómo se manifiesta
en el uso popular de ese término. Nuestro objetivo no es proponer un nuevo o
viejo amor, sino DESCRIBIR. Queremos saber lo que el amor es. Eso que esta
persona ha señalado quizás sea un plan perfecto, pero dado que se apoya en el
desprecio hacia la realidad, podemos ya decir de él que empieza mal.
PASO 4 – Hay términos que no necesitan demasiado del uso
popular para ser definidxs. No todo el mundo sabe lo que es un quark, por
ejemplo, aunque mucha gente estará familiarizada con el término. Pero si al dar
su definición esta no coincidiera con la que ejerce como oficial en el campo de
la física, la consideraríamos simplemente incorrecta, incluso aunque se tratara
de una definición mayoritaria en el uso social. Pero el amor no es un concepto
de esa naturaleza. El amor no tiene un libro oficial, aunque muchos libros
hayan tenido la pretensión de ser el libro oficial sobre el amor (Fromm, Giddens,
Herrera…), y algunos ejerzan parcialmente de ello sin que seamos conscientes.
En cualquier caso, a pesar de que estos textos son influyentes, ninguno, ni
ninguna de estas definiciones, tiene la categoría de definición correcta. Nunca
se la otorgaríamos porque todxs entendemos que antes debe producirse en torno a
ello una aceptación explícita y colectiva que jamás se ha producido. Sobre el
significado del concepto amor no hay consenso porque no puede haber compromiso,
ya que el amor necesita flotar sobre diversos significados de uso coyuntural.
Si hiciéramos explícito lo que significa “amor” el concepto se destruiría en su
incoherencia. Mañana mismo seríamos lxs primerxs que inclumpliríamos ese
compromiso, usando el término de otra manera.
Mientras tanto “amor” será lo que la gente esté dando a
entender con el término amor, es decir, aquello que sea más general, funcional
y poderoso en esos infinitos usos. Para descubrirlo necesitamos OBSERVAR
(escuchar, en realidad, y analizar lo escuchado). Frente a ello nuestrx
interlocutor/a, tal vez el mismo que el del paso anterior, puede intentar convertir
el concepto amor en un concepto del tipo “quark”. Quizás nos diga que “amor es
lo que dijo Ortega y Gasset”, por ejemplo, aunque será fácil explicarle que,
con respecto al amor, Ortega es solo otra opinión, muy prestigiosa, qué duda
cabe, pero una opinión más frente a la que, entre otras cosas, podrían
exponerse opiniones tanto o más prestigiosas que la suya. Es más probable y
peligroso que nuestrx interlocutor/a se refiera a una información de la que
carecemos (porque aunque no sepamos o recordemos lo que opinaba Ortega sobre el
amor, sí sabemos quién es Ortega y podemos calcular cuál es su autoridad).
Quizás nos diga que no sabemos lo que es el amor si no hemos leído a Osho,
porque Osho no es Osho, sino toda la sabiduría milenaria que tiene detrás y que
ignoramos (lo más probable es que estx interlocutor/a la ignore aún más, pero
no hagamos sangre). Debemos callar, por lo tanto, ante una REVELACIÓN. O quizás
esta revelación se le ha producido directamente a él/ella. Os suena, ¿verdad?: “Para
saber lo que es el amor hay que vivirlo. Vosotrxs lo cuestionáis porque no lo
habéis vivido, experimentado, sentido…”. En estos casos recordemos, sin
reírnos, que este es el mismo tipo de prueba que aportan lxs avistadorxs de
OVNIs o de apariciones marianas. Es eso: puro avistamiento. Lo que alguien dice que experimenta pero no puede ser experimentado por otrxs son cosas que
sirven para tratar en Cuarto Milenio, pero no en una conversación entre
personas serias.
PASO 5 – Hay gente que habla del amor mirando directamente a
la realidad, usando datos, experiencias y hechos. El problema llega cuando
tienen que INTEGRAR estos datos y nos ofrecen una distribución arbitraria de la
importancia de los mismos. “El amor tiene muchas cosas buenas”, nos recuerdan,
“no debéis olvidarlas. Las malas a las que os referís son verdaderas, no lo
niego, pero no pertenecen a la esencia del amor”.
Seguro que ya habéis reconocido a estxs interlocutrxs. Son
quienes distinguen entre (buen) amor y amor romántico, o a través de cualquier
otro arbitrario par de conceptos. Y son legión, aunque su obstáculo, una vez
entendido, es tan impotente como los anteriores. Lo que parece en ellxs un
verdadero análisis sociológico se apoya en una división apriorística e
innecesaria cuya misión es, una vez más, salvar al amor: “Aunque lo que
analizamos es el amor, es decir, un solo concepto, hablaremos de dos”. Esta
conculcación evidente del principio de economía es el resultado de una
IDEALIZACIÓN (“el amor es ideal, y todo lo que en él no sea ideal no es amor”)
y resulta perfectamente inconsistente, porque en nuestra cultura amorosa ambas
cosas van íntimamente unidas y se retroalimentan. Pero eso ahora nos da igual.
Lo que verdaderamente nos importa es que esta operación no puede ser previa a
la descripción, porque forma parte de la prescripción, es decir, de lo que
viene justamente después. De nuevo nos quieren colar un plan antes de que
tengamos claro por qué y para qué queremos un plan. Que nos ofrezcan un plan,
si quieren, pero cuando llegue el momento. Entonces les recordaremos que
nosotrxs tenemos uno mucho mejor. Eso, y no otra cosa, es lo que intentan
eludir poniendo el carro antes que los bueyes. Intentan no enfrentar jamás la
posibilidad de tener que rechazar el amor.
PASO 6 – “Bien, el amor es cruel. Pero siempre ha sido así
y, por lo tanto, siempre lo será (opcional: “está en nuestra naturaleza”).
Aprendamos en qué consiste para fluir con él y que no nos destruya su
corriente”. Llegaron lxs BIOLOGICISTAS. Lxs estábamos esperando.
Acabemos pronto: la biología, cuando es digna de llamarse
así, no habla de amor, porque este no forma parte de su campo de conocimiento.
El amor, como toda conducta humana, pertenece a las ciencias sociales. La
influencia de las ciencias naturales cae dentro de los factores condicionantes
(a veces con una influencia mínima) siempre subordinados al desarrollo de
herramientas, materiales o intelectuales, que los domestiquen. Para comprobar
este aserto solo tenemos que echar la vista atrás. Nada más falso que la idea
de que el amor siempre ha sido así. El amor ha sido siempre diferente,
adaptándose a las diversas condiciones sociales que se ha encontrado o, mejor
dicho, de las que ha nacido. Lo que para nosotrxs es la esencia misma del amor,
por ejemplo su asociación a la pareja, es un fenómeno bien reciente. Otros algo
más estables, como su asociación al sexo, nos resultan, sin embargo,
inadmisibles como esencia del amor. El término mismo es de una inestabilidad
asombrosa. Más allá de unas pocas décadas y unos pocos grupos humanos se
produce un vertiginoso vacío con respecto al vocabulario amoroso: otras
palabras diciendo otras cosas, que acaban siendo traducidas como “amor”. El
amor es, casi casi, algo que estamos inventándonos aquí y ahora. HISTORIZARLO
es comprender la responsabilidad que conlleva su construcción.
PASO 7 – Ahí es donde se nos van a intentar escapar lxs
últimxs. “¡El amor es malo! ¡Malísimo! ¡Claro que sí! ¡Ya era hora de que
alguien lo dijera!” Parece que nos lo concedieran todo, pero no. Lo siguiente
que nos van a decir es que ya han sufrido mucho, que ya han luchado mucho, que
ya han perdido mucho… y que ahora tienen que mirar por sus intereses. Así que
sí, hay que analizar el amor, y hay que hacerlo desde todo tipo de rigor
histórico y cultural, y sin compasión, y con la valentía y el escepticismo de
un espíritu libre… lo que no hay que hacer es oponerse a él.
¿Creíais que llegadxs al séptimo paso se iban a haber
agotado lxs defensorxs (en la práctica) del amor? Pues aquí tenéis a todxs lxs
escépticxs, individualistas, solterxs felices (no ágamxs, claro, sino parásitxs
de la monogamia) y personas que se aman a sí mismas. Estxs son quienes admiten
que el amor es un mal, pero dicen que es “su mal”, y que matarán por él. Son
lxs peores, porque son los más conscientes, los que más cerca están, los que no
se han perdido por el camino y quieren, ahora que lo tienen todo, quedarse a
las puertas. No buscan una mejora o un cambio, sino las reglas de
funcionamiento de la máquina. Quieren saber cómo va para pasarse al bando de
quienes más eficazmente la explotan. No quieren hacer POLÍTICA, sino que
deciden, abiertamente, NEGLIGIR su responsabilidad como miembrxs de la
comunidad. Son estxs lxs que nos van a llamar “moralistas”.
Es ellxs a lxs que hay que señalar, por lo tanto, como
enemigxs confesxs de la comunidad. Es a estxs a lxs que no oponemos ya una
norma relacionada con las condiciones del diálogo, el análisis y la comprensión,
sino de la acción y la ética. Es a estxs, por lo tanto, a lxs que, simplemente,
llamaremos “malxs”, dado que son de quienes más podemos decir que actúan con
plena conciencia. A no ser que quieran acompañarnos hasta la siguiente casilla.
Es solo un paso más.
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