No me gusta comer cuerpos humanos. En realidad, no puedo
diferenciar su sabor de otros cuerpos cuyo sabor me agrada, salvo que me los presenten
como cuerpos humanos. Pero, en el caso de que lo hagan, me es imposible comerlos.
Podría imaginar que me gustara comer cuerpos humanos.
Incluso podría fantasear con comer cuerpos humanos y disfrutar. No sería el
primer hombre que construye esa fantasía, ni pertenecería a la primera
civilización que construye esa fantasía en sus hombres.
Para disfrutar fantaseando que como cuerpos humanos
necesitaría darle a su ingesta un simbolismo de dominación. Necesitaría elegir
entre el horror de comerlos y el atractivo de dominarlos al hacerlo.
Llegar a disfrutar con la fantasía de que como cuerpos
humanos eliminaría parte de mi horror ante la idea de comer cuerpos humanos
reales. Con algunas personas, tal vez conmigo, no lo sé, convertiría en posible
el llegar a hacerlo.
La fantasía placentera de que como cuerpos humanos no
convertiría la ingesta de cuerpos humanos en una necesidad. No constituiría
tampoco la revelación de mi deseo más íntimo. Tampoco sería la condición sine
qua non para realizarme gastronómicamente. Sería, solo, algo que debo juzgar,
condenar y eliminar.
Si procuro comprender habrá muchas más probabilidades de que
logre realizar el proceso hasta su último paso: la eliminación. La forma
incomparablemente más eficiente de eliminar la fantasía de comer cuerpos
humanos no es reprimirla, sino entender las causas de su existencia y actuar
sobre esas causas.
Una de las cosas más importantes que debo comprender para
eliminar la fantasía de comer cuerpos humanos es diferenciar entre la fantasía
reprimida en mí, más tarde revelada, y la fantasía potenciada en mí mediante la
búsqueda de su revelación; diferenciar entre el poder que esta fantasía tenía
en mí mientras estaba latente y el poder que le he dado yo para que logre
manifestarse.
La diferencia entre la antropofagia y el sexo con objeto es
de grado. Por eso realizamos sexo con objeto pero no antropofagia. Y por eso el
sexo con objeto llevado a grado extremo desarrolla, entre otras, la parafilia sexual
de la antropofagia. La antropofagia como parafilia sexual se llama “vore”. Y si
no sabías que existía, o pensabas que no podría llegar a existir, vas a flipar
cuando lo investigues.
1 comentario:
mindfulness
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