Recibo con frecuencia, ya sea en talleres, encuentros, redes
sociales o conversaciones privadas, preguntas sobre mi manera de entender y
poner en práctica la agamia. Sobre cómo es mi vida en tanto que ágama.
Éste es un texto en el que entretejo algunas de esas
preguntas, y las contesto (más o menos) en el modo en el que lo hago habitualmente.
Di la verdad. Lo de
adoptar la agamia como forma de relacionarte, ¿no será consecuencia de haber
sufrido por amor? Es una pregunta personal, lo sé, pero, ¿puede ser que la
explicación de todo esto sea que te han hecho mucho daño?
Si la explicación fuera ésa seguramente tú serías ágamx. La
inmensa mayoría de las persona han sufrido por amor, y casi todas dirían que
les han hecho mucho daño. Es una de las cosas en las que el amor nos iguala.
Todxs hemos sufrido mucho por amor y todxs hemos infligido mucho sufrimiento por amor.
¿Por qué unas personas deciden ser ágamas y otras no? La diferencia no es ésa.
Las personas que adoptan la agamia no son las que han sufrido mucho, sino las
que deciden que no aceptan la imposición de sufrir y hacer sufrir.
Vale, eres ágamo, muy
bien. Pero, ¿qué pasa si te enamoras?
¿Por qué me iba a enamorar?
Le puede pasar a todo
el mundo.
En mi caso es altamente improbable. Casi imposible.
¿Qué te hace
diferente?
Que soy ágamo.
¿Qué cambia eso?
No establezco expectativas insensatas con respecto a otras
personas. El enamoramiento es una expectativa de una insensatez escandalosa. Es
pensar que has encontrado a alguien que cambiará tu vida sacándola de lo
inmanente para llevarla a lo trascendente. Yo sé que eso carece por completo de
sentido, y no vivo con la secreta esperanza de que ocurra, de modo que no lo
proyecto sobre nadie que conozco, ni siquiera sobre alguien con quien pueda
intimar.
¿Y si encuentras a
alguien que te gusta mucho?
Ya he encontrado a gente que me gusta mucho. No creo que
vaya a encontrar a nadie que me guste muchísimo más que la gente que más me
gusta de entre aquella a la que ya he encontrado. Esto no significa, en
absoluto, que no quiera que mi entorno relacional siga creciendo. Quiere decir,
simplemente, que creo en el que ya tengo y estoy comprometido con él.
Entonces, ¿vives sin
ilusión?
No entiendo a qué ilusión te refieres.
No tienes la posibilidad
de vivir la ilusión de un gran amor.
No, no la tengo. Lo que dices es que no vivo la ilusión de
una ilusión. Que no siento la alegre esperanza de algo ilusorio por venir. No
la siento, es verdad. No creo que haya que vivir de la ilusión de lo que es
sólo una ilusión. Eso sería lo mismo que vivir de la ilusión de una frustración
ineludible. Creo que hay que vivir de expectativas sensatas, y de la alegría
que produce el que haya una alta probabilidad de que estas expectativas se
cumplan. Si llamas a eso “ilusión”, entonces sí, mi vida está llena de ilusión.
¿Quieres decir que te
ilusiones por cosas, por proyectos propios, pero que no te ilusionas con las
personas?
Me ilusiono con las personas en la medida en que creo que es
probable que llegue algo bueno de esas personas.
¿Un beneficio? ¿Algo
material?
Contéstame a esto: ¿el sexo es material?
En cierto modo.
¿Y el afecto? Un abrazo, por ejemplo. ¿Es material?
Podría serlo.
Claro. Todo es material. Coloquialmente llamamos “material”
a aquello que constituye un bien concreto, y “materialismo” a pensar en bienes
concretos. El amor nos enseña a pensar en bienes indeterminados, subjetivos y
discutibles. Es el camino al falso altruismo amoroso. El altruismo amoroso
consiste en que el intercambio de beneficios no sea calculable, de modo que sea
posible la competición y, en última instancia, la desigualdad. No es que las
personas que se aman sean altruistas. Lo que sucede es que aceptan la apuesta
de la competición, en la que pueden ganar, empatar o perder. Llamar a eso
altruismo sirve para descalificar a quienes buscan un intercambio justo. Exigir
un intercambio justo acaba con el oscuro juego competitivo, pero se considera
traición. Es como chivarse a la policía. En el amor todo se da “a cambio de
nada”, como en la mafia.
Me parece horrible la
idea de que haya que estar calculando constantemente perjuicios y beneficios en
una relación afectiva. ¿Es eso lo que haces tú con las personas cercanas?
¿Apuntas en una libreta todos los beneficios que les ofreces para poder
cobrárselos “justamente”?
No, no necesito hacer eso. Dispongo de algo mucho mejor que
una libreta. Se llama “afecto”. El afecto automatiza ese intercambio. El afecto
hace que me resulte agradable satisfacer las necesidades de las personas por
las que siento afecto, sin necesidad de que esté pensando en beneficios
posteriores. También me indica cuándo alguna de esas personas está siendo
injusta conmigo y si, quizás, tengo que reconsiderar mi afecto.
¿No crees que el
afecto muchas veces es egoísta?
Es curioso que digas eso, porque el cálculo consciente te
parecía materialista. Ahora consideras que el afecto es egoísta. Todo para
defender que es el altruismo amoroso el que debe supervisar el intercambio. Sin
embargo el amor está en el extremo del egoísmo porque, a diferencia del
intercambio supervisado por la conciencia o por el afecto, el amor no admite
autoridad alguna. Es la legitimación pura del deseo y, por eso mismo, la
estructura afectiva idónea para el egoísmo extremo. De hecho, existe el amor,
pero no el altruismo amoroso.
¿No consideras
altruista el amor universal? ¿Y el amor por lxs hijxs?
Es muy ingenuo considerar esos amores como altruistas. El
amor universal es una herramienta de gestión emocional a la que normalmente
recurren personas que han perdido la serenidad. Tiene menos que ver con amar al
mundo que con dejar de odiarlo cuando el odio es tan grande que nos destruye y
necesitamos algo así como una reinstalación emocional completa. Amar
universalmente es, como ves, una cuestión de vida o muerte, de modo que no se
puede decir que sea precisamente altruista. En cuanto al amor por lxs hijxs,
bueno, no sé qué queda por decir sobre el egoísmo que esconde ese amor,
especialmente cuanto más apasionado es.
¿Cuántas personas ágamas
hay en tu vida?
Tantas como en la tuya.
Creo que en la mía no
hay ninguna.
Todo el mundo está relacionado. Es verdad que la mayoría lo
está de un modo muy lejano. Pero cuando preguntas por “mi vida” me estás
pidiendo que establezca una frontera entre lo que es mi vida y lo que no lo es.
No sé qué interés tiene esa frontera, pero no tengo ninguna objeción en
visualizarla y contestarte. El problema es que no sé a qué distancia de mí
quieres que la establezca. No sé a qué llamas “mi vida”.
Quiero decir que cuántas
relaciones ágamas tienes, en el sentido en el que una persona poliamorosa dice
“tengo tres parejas”.
Una persona poliamorosa suele decir “tengo tres amores”. Si
pudiera contestarte en ese sentido sería yo una persona poliamorosa. Y no lo
soy.
Estás jugando con las
palabras. Sabes a lo que me refiero. Relaciones cercanas, íntimas, especiales…
…sexuales.
También.
Nuestra manera de hablar de las relaciones tiene un enfoque
estático. Busca un cuadro congelado que puede no corresponder con la realidad
de un conjunto de relaciones y que, por descontado, no corresponde con la
realidad de cada una de las relaciones. Necesitamos un enfoque dinámico, que
incluya los procesos. Eso pasa por dejar de contabilizar relaciones y entender
situaciones. O, si quieres, y para no caer en el esnobismo de rechazar los
métodos cuantitativos, dejar de contar personas y pasar a contar las necesidades
de esas personas.
Entonces haré la
pregunta de otro modo: ¿con cuánta gente tienes relaciones sexuales? Doy por
hecho que no tienes por qué contestar, es sólo una forma de analizar cómo
hablar sobre las relaciones.
Claro. Pero independientemente de si quiero contestarte,
sucede que de nuevo no puedo. ¿Cuánto, y con qué frecuencia y recencia, hay que
tener relaciones sexuales con una persona para que esa persona sea considerada
alguien con quien se tienen relaciones sexuales? Nuestro enfoque estático
estatiza las relaciones en la práctica. Obliga a las relaciones a pronunciarse,
en este caso por ser o no ser sexuales, y a mantenerse en el lugar por el que
se pronuncian. Yo no sé con cuántas personas voy a tener relaciones sexuales en
el próximo mes. Y con eso no quiero decir que mi vida sea una vorágine
relacional. Quiero decir que no sé precisar a quién voy a ver, ni si lo que
haremos será tener relaciones sexuales. Un poco lo que le pasa a cualquiera,
solo que mi terminología no es una trampa condicionante.
¿Te parece
recomendable un modelo que presenta toda esa incertidumbre? ¿No crees que la
gente quiere vivir más tranquila?
Yo no sé qué tal día hará mañana. Para mí es una absoluta
incertidumbre. Pero es una incertidumbre irrelevante porque, si llueve, tengo paraguas.
Yo no sé qué pasará mañana en mi relación con x, pero esa incertidumbre es
irrelevante, porque la relación está construida sobre bases seguras y tengo la
certeza de que no va a haber grandes fiascos ni cambios abruptos. Cabe una posibilidad
remota de que los haya, pero incluso ésa no es demasiado estresante, porque mi
entorno relacional va a conservar la estabilidad. Esta estabilidad es algo que
no ofrece ningún otro modelo relacional, antiguo o nuevo. Es exclusiva de la
agamia y me permite pensar serenamente en seguir construyendo.
6 comentarios:
Hola,gracias por este artículo, aclara mucho el tema. A mí lo que me gustaría preguntar es cómo se vive la literatura,que es siempre o casi siempre algo que gira en torno al amor, desde la agamia. ¿Como un ateo cuando va a ver iglesias? Pongo este símil porque soy atea y sé que cuando voy a ver una iglesia, por muy bonita que sea y su arquitectura interesante, no me embarga la emoción. Si me pasara eso con la literatura dejaría de leer... no quiero imaginarlo. Gracias.
es verdad que difílmente obra literaria, ni siquiera, casi, personaje alguno, puede tomarse de referente ágamo. pero la literatura, cuando tiene interés, saca a la luz las tripas del conflicto amoroso y, aunque la mirada se vuelve un poco antropológica, a mí, personalmente, no deja de resultarme admirable y emocionante la habilidad para dibujar esos conflictos de forma realista y sabia.
eso sí, el arte, como todo lo que un día fue inabarcable, a medida que evolucionamos, va pasando de ser el discurso de nuestrxs maestrxs a la opinión de nuestrxs iguales.
pobre, además, de quien simplemente se deje llevar por la literatura.
Gracias por vuestras respuestas.
No he entendido nada. No me aclaro; y eso que soy una persona analítica.¿Es un ágamo un cínico relacional? ¿es un ser tan auténtico que es capaz de ver la hipocresía de las relaciones "amorosas"? ¿es un psicópata redimido que ya no finge sus emociones y se escuda en la agamia como concepto relevante? ¿es un ser incapaz de dejar de medir los beneficios de las relaciones con su balanza personal(como tod@s)? ¿es una persona maravillosa que se niega a manipular y ser manipulada? ¿Qué es?
es una persona que elige la agamia como modelo relacional.
ni la agamia queda calificada por él, ni él por la agamia, salvo en designarse ágamo.
http://www.contraelamor.com/2014/01/agamia.html
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