Piensa en algún pequeño grupo de personas al que
pertenezcas, y con el que estés en contacto con regularidad.
En un papel, ordena a todas las personas que lo forman según
una escala de valor sociosexual.
Ya sabes que el valor sociosexual no es el valor que cada
persona atribuye a cada una de las otras, sino el que piensa que las demás le
atribuyen. No es lo que pensamos que cada persona vale, sino lo que pensamos
que “nos van a dar” por ella.
Puedes hacerlo rápidamente, a ojo, o puedes aprovechar para
entender mejor la dinámica sociosexual del grupo e ir persona por persona, como
en las votaciones de eurovisión. Si haces esto recuerda que el grupo tiene su
propia escala de valores, dependiente de la escala social, pero modificada por
el ecosistema del grupo. Encontrarás diferencias entre ambas escalas y es útil
que las identifiques.
Ya lo tienes. Ahora sabes quién está arriba y quién está
abajo. Incluso puedes apreciar una estructura.
Si todas las personas están muy
próximas, si hay secciones marcadas, si los criterios individuales coinciden en
general con el criterio conjunto (es decir, si hay personas que se equivocan en
cuanto al valor sociosexual de algunas personas del grupo o, directamente, si
se oponen activamente a la escala general).
Has establecido una escala de valor sociosexual real.
Ésa es la primera parte.
Ahora realiza una segunda escala. Ordena a las personas en
función de su valor personal según los criterios éticos que tú consideres más
justos. Seguramente esto te sea más fácil, o al menos más inmediato.
Ésta es una escala de valor sociosexual debido. Es la escala
que debería ser si nuestra orientación sexual estuviera construida sobre
principios éticos, y no sobre principios heteropatriarcales derivados de la
reproducción social y económica.
Ahora compara las dos escalas. Entre ellas habrá
diferencias.
Tal vez hayas dado puntuaciones a cada persona según una
serie de parámetros, y cada nombre tenga ahora una puntuación acumulada. O tal
vez sólo has establecido un orden de 1 a n. En cualquier caso, la comparación
entre ambas escalas va ofrecer como resultado tres tipos de personas en el
grupo:
1) Aquéllas que ocupan, en la
realidad, un puesto superior al que éticamente les corresponde. 2) Aquéllas que ocupan
más o menos el mismo puesto. 3) Aquéllas que ocupan un puesto inferior al que les
corresponde según la segunda escala.
Ordena de nuevo a todas las personas del grupo. Pon arriba a
aquéllas que presentan más déficit real con respecto al debido, es decir,
aquéllas que, estando muy abajo en la escala real, están muy arriba en la
debida. Pon abajo a las que presentan más superávit.
Lo que has obtenido es una escala de intervención
sociosexual. Ahora ya sabes quiénes son las personas a las que debes
orientar tu reconocimiento sexual. Ahora ya sabes cuál debería ser tu
“orientación” sexual en el grupo.
Recuerda que eres tú quien debe gestionar ese deber.
Recuerda que tú también perteneces al grupo, que también te corresponde un
reconocimiento y que el que tú te des a ti mismx mediante tu búsqueda de reconocimiento
también debes gestionarlo tú. Recuerda que el reconocimiento sexual es una
forma fundamental de inclusión, y que quienes están más abajo en la escala de
valor debido también lo necesitan. No es una escala capitalista de 0 a
infinito, sino una escala social en la que la variación del máximo al mínimo no
debería ser grande. Recuerda que hay gente cuyos deméritos tienen que ver,
precisamente, con una reivindicación o con un abandono de la reivindicación de
su reconocimiento sexual, y que pueden estar perdidxs en un círculo vicioso.
Recuerda todo esto, pero no olvides la escala de
intervención que has construido. De hecho, ya no vas a poder olvidarla. De
hecho ya has empezado, en alguna medida, a actuar en consecuencia.
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