El mito de la media naranja no se enuncia ya de manera
afirmativa y determinista (“el amor es el sentido de la vida”) sino como una
opción por descarte (“el amor es la mejor de las formas de vida, todas ellas válidas”).
Esta contradicción tiene una síntesis que nos resulta más
familiar: “No es que el amor no sea ya el sentido de la vida; sigue siéndolo,
pero debes aprender a subsistir sin él. La vida sin sentido tiene derecho a ser
vivida”. No sólo se trata de mejorar la estrategia para alcanzarlo sino de
evitar que lxs trabajadorxs del amor se pierdan por el camino o, aún peor, se
conviertan en rebeldes al amor.
Esta forma ladina de seguir exaltando al amor por encima de
todo (casi un clasismo del amor, donde supuestamente las personas elegirían la
clase a la que pertenecer en función de su participación en el amor, del mismo
modo en que en el capitalismo “eliges” la clase a la que perteneces en función
del esfuerzo que realizas por acumular capital) lo convierte en el tiránico
dictador de los proyectos individuales que ha sido siempre. La crítica al mito
de la media naranja es un fraude, dado que su desarrollo va siempre acompañado
de la exaltación del amor y de la descripción de una felicidad de segunda
clase, que podrá mejorar cuanto más amor viva. El verdadero enunciado de la
crítica al mito de la media naranja es: “Que el ideal del amor no te impida
dedicarle tu vida al amor”.
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avanzar a principios para una CRÍTICA AL AMOR.
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