miércoles, 27 de mayo de 2015

entendiendo el "gamos"


El gamos es, simple y llanamente, el pacto matrimonial, en la medida en que condiciona y determina, consciente e inconscientemente, todas y cada una de las relaciones que establecemos.

Todas las relaciones que establecemos están determinadas por el pacto gámico, debiendo pronunciarse por su formación o por su no formación. Es decir, que todas nuestras relaciones son gámicas. De entre ellas, unas son gamos y otras son no-gamos.

El gamos, como relación de pacto matrimonial, consciente o inconsciente, es una relación superior a las restantes porque posee la especificidad del sexo legítimo que, originalmente, es el único condicionante verdadero para el desarrollo de una familia heteropatriarcal con descendencia.

Junto al sexo legítimo, el gamos incluye todas las formas de trato que lo facilitan o lo posibilitan. Así, todo aquello que forme parte de la ceremonia sexual se convertirá automáticamente en propiedad exclusiva del gamos y quedará vetado del no-gamos. Estas conductas facilitadoras se reifican bajo el paraguas de lo que llamamos “intimidad afectiva”. El gamos pasa a estar formado por el sexo y la intimidad afectiva, y el no-gamos es una relación que debe no tener sexo ni intimidad afectiva o, de lo contrario, será legítimamente considerada como “equívoca”.
La agamia es la reapropiación del sexo y la intimidad afectiva para su libre disposición en las relaciones. Una relación es ágama en la medida en que es realizada por las personas que participan de ella sin el condicionante de elegir entre el gamos y el no-gamos.
Como el gamos se elige conscientemente mediante el matrimonio formal, pero sobre todo inconscientemente mediante el establecimiento de todo tipo de modalidades de pareja y expectativas de estas modalidades, sólo será posible relacionarse de forma ágama, es decir, liberarse del gamos, en la medida en que aprendamos a descubrir nuestros hábitos inconscientemente gámicos y a sustituirlos por comportamientos libremente elegidos. Debemos aprender a descubrir al gamos. Su simple descubrimiento realiza gran parte del recorrido de su abandono. El problema para abandonar el gamos no es su descubrimiento en cada comportamiento ni la fuerza con la que cada comportamiento se nos impone, sino la condición sistémica y universal del gamos. El gamos está en todas partes, hasta el punto de que sólo allí donde hayamos descubierto al gamos podremos decir que empezamos a estar libres de él.

La filosofía del amor es un conjunto de axiomas tras los que se esconde siempre la orden de elegir entre gamos y no-gamos; la falsa dicotomía que conserva todas nuestras relaciones dentro del sistema gamico. Por eso la agamia no es un encasillamiento coercitivo ni otra simple propuesta no monógama, sino la llave que permite escapar definitivamente del sistema gámico dentro del que se enmarcan tanto la monogamia heteropatriarcal como sus alternativas no monógamas, todas ellas reformulaciones de la filosofía del amor.


Una buena referencia para descubrir y desarticular al gamos es cuestionar todas y cada una de las afirmaciones de la filosofía del amor. La agamia activa es más eficaz del otro lado del amor, frente al amor o contra el amor. La eliminación de la filosofía del amor es una simplificación que nos empodera sexual y afectivamente. Es la eliminación del ruido y la confusión que conducen al gamos.



7 comentarios:

mario dijo...

No està gens mal per començar a pensar...
Mirar aquestes qüestions amb un poc de panoràmica, pot aclarir moooooltes coses.

No està nada mal para empezar a pensar...
Mirar con un poco de distancia, puede aclarar muuuuchas cosas...

MordaZia LesiVa dijo...

Entonces, para desprendernos del gamos, tendríamos que aprender a identificarlo para poder deconstruirlo, así como hacemos, con el machismo social tan normalizado, desde el feminismo. ¿Puede ser?

israel sánchez dijo...

eso es.
descubrir y señalar al gamos como sistema puede ser el momento más importante de ese desprendimiento. pero la suma del rechazo posterior de cada conducta gámica es mucho más grande en su conjunto. el gamos sin cabeza (el gamos que no se llama a sí mismo "gamos" o "pareja") sigue siendo gamos.

MordaZia LesiVa dijo...

Gracias, Israel. Y felicidades por el blog, es muy interesante.
Respecto a tu texto El Amor del Amor, que no pude comentar ahí, haces un paralelismo entre el amor y Dios. Yo siempre he visto ese paralelismo, pero unido también al del arte. Por estar los tres basados en actos de fe, básicamente.
Me encantaría conocer tu opinión al respecto.
Un saludo.

israel sánchez dijo...

Muchas gracias, MordaZia.
mm... ¿En qué sentido dices que el arte está basado en un acto de fe? ¿Te refieres a la actitud burguesa de elogio indiscriminado frente a la obra que roza el fraude, por ejemplo?

MordaZia LesiVa dijo...

Bueno, empezando por la complejidad para determinar lo que es fraude dentro del arte y lo que no. ¿Quién elige éso?
Pero me refería más a la idea de imprimir "alma" a objetos; a la experiencia estética ante una obra de arte (a lo "éxtasis de Sta. Teresa"). A comulgar tan íntimamente con una creación ajena hasta el punto de identificarse con ella. A la catalogación imprecisa y subjetiva del talento artístico.
Te lo digo por que llevo toda mi vida dedicada a ello y no puedo dejar de verlo como un acto religioso.
Es más, yo me considero artista porque es mi religión y llevo toda mi vida dedicada a ello, no por mis supuestas habilidades.
No sé qué entenderás tú por arte, pero en toda la carrera y mi trato con profesores y "artistas" no he conocido a nadie que pueda darle una definición incuestionable.

israel sánchez dijo...

bueno, yo también estudié bellas artes, y una de las razones que me llevaron a pensar que el gusto amoroso podía evolucionar hacia un gusto justo fue comprobar lo influenciable que es la experiencia estética y el poder que sobre ella tiene la sugestión.
el tema es muy interesante y no sé establecer una comparación general entre el éxtasis artístico y el enamoramiento. pero como primera reflexión propongo que la diferencia principal entre ambos éxtasis es que el artístico está motivado por algo que no es un sujeto y cuya posesión no puede realizarse más allá de la contemplación (todo cambia cuando existe la posibilidad de comprarla, curiosamente. entonces aparecen las obsesiones). Eso convierte al éxtasis contemplativo en más fluido y más sereno que el éxtasis amoroso, cuya evolución tiene que ver con la evolución de la expectativa de posesión.