Los implicados directos en el caso de Ayotzinápan ya pueden respirar tranquilos por dejar de estar en el ojo del huracán; llega a las redes sociales una nueva invasión de contenido mediático que esta vez tiene que ver con el estreno de una película basada en un libro basado en otro libro basado a su vez en una profunda confusión que equipara la felicidad de la fémina promedio con el hecho de un macho alfa tome el control de absolutamente todos los aspectos de su vida.
Me refiero, claro está, a la adaptación cinematográfica de 50 sombras de Grey. King ya dijo que es "porno para mamás" (discrepo, conozco varias mamás que se aburrirían a la tercera hoja), la comunidad BDSM ya se ofendió profundamente y comunicó a los cuatro vientos que ese libro no representa su filosofía, los clubs de fans de Crepúsculo están viendo severamente mermada su nómina en favor del engrosamiento de las grupis de Chistian Grey, la comunidad católico-cristiana produce frenéticamente un listado tras otro de "por qué no debes ver 50 Sombras de Grey" que incluyen (y, literal, cito) "por que te excita" y "por que se presta a que abusen de ti", y, no lo sé de cierto, pero puede que Pedro Juan Gutiérrez ya tenga un nuevo ídolo y Sade esté por volver de la tumba sólo para conseguir los libros.
Ya en serio, la verdad no hay mucho que decir al respecto. Confieso que esta entrada es simple y llanamente una dócil respuesta al llamado del morbo que me produce ver a tantas congéneres convencidas de que un sujeto guapísimo y multimillonario (permítaseme recurrir al siempre bien ponderado adjetivo "RMI") dándole nalgadas a una mujer sin un ápice de personalidad equivale a una revolución erótica en la literatura. Hay lecturas para todo tipo de criterios, gustos y tabúes. El problema con 50 Sombras de Grey, a mi parecer, no estriba en el hecho de que el sexo allí representado está más sanitizado que un quirófano, ni en que genera expectativas irreales (cada quien debe responsabilizarse de las propias) o en que la narrativa, más que dejar mucho a desear, sea casi del todo inexistente. A mí lo que me molestó de las dos horas que dediqué al libro (saltándome toooda la paja en la que el protagonista estalkea sistemáticamente a la chica y ésta casi se desmaya de la emoción) es que, hasta dónde alcancé a leer, parte de la filosofía por la cual ella se deja atar las muñecas con pañuelos de seda y tapar los ojos con un antifaz monísimo (Dios mío!! qué transgresor!!!) es que está "liberando a su diosa interior" "accediendo a su feminidad sagrada" o alguna felación emocional parecida. Eso, y que ni siquiera toma responsabilidad sobre su propia decisión de dejarse dominar por que todo parece ser algo simple y llanamente "inevitable". ¿Así o más Kitsch?.
¿Por qué habríamos de justificar con tendencias New Age y políticamente correctas a los impulsos de sumisión y dominación que todos los seres humanos cargan en mayor o menor medida? El masoqismo y el sadismo son eso: masoquismo y sadismo. Representan deseos extremosos, potencialmente peligrosos física y emocionalmente, actitudes que serían completamente inadaptadas en la vida cotidiana y posturas incómodas para el estatus quo. ¿No sería más honesto aceptar que todo eso forma parte de la naturaleza humana y hacernos medianamente responsables de nuestros propios impulsos, fueren los que fueren, sin andarlos maquillando?.
Por cierto, que si el tal Grey no fuera asquerosamente guapo y pudiente, pasaría a ser un vil y vulgar pervertido de cuarta. Sospecho que un sutilísimo doble discurso se nos ha colado en el librero...
Cri...cri...cri.
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1 comentario:
tenía años que no leía la palabra kitsch en el sentido pertinente ... un saludo
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