Me dice una amiga que los hombres son todos unos cabrones.
Le contesto que estoy de acuerdo; que, de hecho, pienso que las mujeres también
lo son. Me da la razón y procede a matizar la diferencia.
-Pero, los hombres, ¿por qué mienten tanto? Yo seré lo que
sea, pero me he propuesto decir la verdad y la estoy diciendo: Estoy harta de
rollos de una noche. Es la única condición que pongo. Es lo único que pido.
Pero los tíos te dicen que sí a todo, a lo que haga falta, con tal de conseguir
un puto polvo. Y luego, ¡a volar!
-Veo que lo has entendido.
-Pero, vamos a ver, ¿es que no tienen dignidad?
-Pues es difícil de responder pero, si tú tienes dudas, ¿por
qué sigues detrás de ellos? Tan justificable podría ser que una mujer necesite
rodearse de mentirosos como que un hombre necesite rodearse de mentiras.
Mi amiga es insegura y cualquier juego de palabras le hace
pensar que ha cometido un error fatal. Pero ha pasado algo que no le encaja, lo
mire por donde lo mire, y es eso lo que quiere contarme.
-En serio, ¿cómo se distingue a alguien a quien gustas de
verdad? Hay hombres que se embarcan en relaciones, ¿no? ¿Dónde están? ¿Cómo se
hace para saber que este tío no se va a ir después de echarte un polvo?
-…
-El otro día me acosté con un tío con el que llevaba semanas
saliendo…
-¿Saliendo sin acostarte?
-Sí. Yo no he hecho eso nunca, pero últimamente cada vez
espero más. ¡Esta vez he esperado un mes largo! Hasta habíamos viajado
juntos. Bueno, pues el otro día por fin
echamos un polvo. El tío se corrió en mi cara, me dijo que era preciosa, se
fue, y no he vuelto a saber de él.
-…
-¿Por qué te ríes? ¡Joder con la puta solidaridad de los
tíos! ¡Todo os lo justificáis! ¿Eso es lo que hay detrás de tanta teoría y tanta
ética?
-Pero, ¡vamos a ver! ¡Has puteado al tío más de un mes!
¡Habréis tenido momentos perfectos para follar! ¡Hasta desperdiciasteis un
viaje! ¿¡Y te extraña que se haya desquitado!? No lo persigas, que ése no
vuelve.
-Entonces, ¿qué hago? ¿Me acuesto con el primero que me
llame “simpática” y que se ría de mí medio Madrid?
-Te voy a decir una obviedad: No es cuestión de mucho o poco
tiempo, es cuestión de que sea el tiempo justo; de que salga bien.
-Israel, lo he probado todo, desde los tres minutos hasta
los tres meses. He tenido polvos que han salido como el culo y polvos
maravillosos. Da igual. Nunca sabes nada. El polvo resetea la relación. Es lo
que queréis y construís un disfraz de cuerpo entero que os quitáis con el
condón.
-Os toca aprender a ver detrás de la máscara…
-Pero, ¿por qué tengo yo que hacerme una experta sobre cómo
engaña la gente, y si no me lo hago quedar expuesta a que me engañe un hijo de
puta tras otro? ¿Por qué no puedo ir con la verdad por delante y encontrar
alguna vez en la vida a alguien que también prefiera la sinceridad?
-Casi todo el mundo prefiere la sinceridad. Casi nadie puede
permitírsela.
-¿En serio es tan importante echar un polvo de mierda? ¿En
serio que merece la pena estar dos meses esperando y poniéndole caritas a una
tía para llegar un día a meterle la polla? ¡Pero si un polvo es la mayor
gilipollez, y además se consigue cualquier noche en cualquier discoteca! ¿Cómo
es posible que algo tan cutre os vuelva tan despreciables?
-Oferta y demanda. A ti te parece algo despreciable porque
eres tú quien dispone de la “mercancía” y realiza su distribución. Siempre
dispones de clientes y esperas que ellos paguen el precio que les impones. Pero
ellos no se lo pueden permitir, y en cuanto se han comido su ración de alimento
humanitario salen corriendo en busca del siguiente camión. No les importa su
deuda. Tienen hambre. Lo que no entiendo es que necesites que te lo explique.
¿De qué te sirve la experiencia? Salta a la vista que esto es así. El mundo no
tiene por qué cambiar para ti.
-Pero, ¿por qué hay que conformarse con engañar, con
utilizar, con despreciar? ¿Por qué está prohibido hablar de coherencia, de
madurez, de estabilidad emocional? ¡¡¿¿Por qué lo defiendes??!!
-Yo aún no he defendido nada. Estamos hablando de lo que las
cosas son, y parece que yo tuviera que recordártelo. Y debo hacerlo, porque tu
vista alcanza hasta donde acaba tu propio disfraz.
-Sois vosotros los disfrazados. Te aseguro que yo siempre
digo lo que pienso. No me podréis acusar de ocultar nada.
-Tu disfraz es la verdad. Escondida tras la verdad te
permites obviar las circunstancias de quienes tienes enfrente. Te permites
imponerles tus condiciones, sean ellos quienes sean, y chantajearlos con el
sexo, que sabes que valoran como si fuera oro. Te permites no plantearte el
“misterio” de ese valor, y despreciarlo aunque veas que no es el problema de un
individuo depravado particular, sino de un género al completo, con sus personas
buenas, malas y regulares.
-¡Me da igual! ¿Lo entiendes? Me da igual la agonía de
pajilleros con la que aparezcan los tíos y sus ramos de flores. Me río de todo
lo jodidos que estén, porque jamás me he encontrado a uno que me pregunte por
lo jodida que estoy yo, que se plantee la ruina que deja cuando se va a exhibir
las dos orejas que me ha cortado, que detecte la ilusión que está generando y
decida responsabilizarse de las consecuencias que tendrá la decepción. Jamás me
he encontrado con un hombre que sea solidario conmigo, en vez de serlo consigo
mismo o con el resto de los hombres. Cuando encuentre al que sepa lo que
significa estar educada para conseguir una pareja y verte follada y abandonada
una y otra vez como si fueras el envoltorio del puto caramelo que se comen,
entonces a lo mejor me planteo lo mal que lo pasáis vosotros, pobrecitos, todo
el día detrás de follaros lo primero que se mueva.
-Eso es.
-Eso es, ¿qué?
-Eso es lo que pasa. Es eso. Lo has descrito perfectamente.
Es una guerra de género y no hay tiempo para compadecerse del enemigo. La mala
noticia es que es una guerra patriarcal, y nosotros disponemos de todo el
armamento pesado. Somos los opresores, y merecemos menos compasión que
vosotras. Pero en la medida en que también suframos bajas va a ser difícil que
pensemos en otra cosa que no sea resarcirnos. La responsabilidad de la paz es,
sobre todo, nuestra. Sin embargo la mayor parte del trabajo la vais a tener que
realizar vosotras. Y eso pasa por participar de una propuesta de cordialidad. A
hostias lo tenéis muy difícil. Casi imposible. La ley del más fuerte no sólo
hará ganar al más fuerte, sino que hará que muchos débiles se cambien de bando.
A hostias encontrarás que muchas mujeres se ponen del lado de los hombres. Tú
misma lo estarías, si las cosas te fueran mejor. Lo estás, en realidad, al
aceptar nuestra guerra.
6 comentarios:
Este asunto es complicado porque tiene que ver con la necesidad de ser amado versus la necesidad de sexo.
"la necesidad de ser amado" un tema que obvias en este interesantísimo y también, por qué no, cínico blog
Me encantó tu analogía entre el hambre y la necesitad de follar.
Es verdad, todos tenemos propias necesidades quizá la necesidad de tu amiga es ser amada, quizá la de su mal compañero es follar así sin más,quizá ella tenga que cambiar de estrategia. Una compañía con la que se puede hablar y fantasear suele ser recíproco amante.
Creo que la actitud que unos pudieran nombrar frívola o mal agradecida, de saciarse "de a gratis", es común en el varón, por toda la historia occidental que sabemos, sin embargo, los varones no se escapan de bajonear cuando una chica "los usa" no creo que sea correspondiente al género éste tipo de actitudes, creo que corresponden a personas que no saben dialogar. Tengo un amigo que miente para no dar explicaciones y ahorrarse los sermones. Lo critiqué y me caché haciendo lo mismo.
En fin, buena la conversación :)
“la necesidad de ser amado” es nuestra manera de interpretar un conjunto de necesidades cuya satisfacción, precisamente por aparecer como una amalgama indiscernible, resulta imposible y se vuelve convulsiva, como se vuelve convulsiva, por la misma razón, la necesidad de afecto y de sexo. La razón por la que el sexo debe ser “designificado” es precisamente porque estas necesidades resultan más manejables si somos capaces de entenderlas por separado, de modo que podamos combinarlas de manera consciente, responsable, y adaptadas a las situaciones y las personas con las que nos relacionamos.
“Contra el amor” no es un ataque al afecto entre las personas; es un ataque contra la utilización de la desprotección afectiva y el deseo sexual, surgidos espontáneamente y artificialmente acrecentados, para convertir a los individuos en máquinas reproductoras y, por supuesto, infelices.
Qué gracia que con un hombre una chica siempre tenga las de perder: si esperas a tener sexo y a la que se lo das desaparece, es que claro, mira cómo se lo has hecho pasar. Si no esperas y también desaparece, es que claro, debe pensar que eres una suelta.
La guerra de sexo la montáis vosotros atacándonos siempre, si no es por una cosa será por otra. Muchos hombres hacen que el hecho de serlo se convierta en algo despreciable. Sólo quedan las ganas de vomitar.
anónimo, estoy de acuerdo contigo.
en la conversación no pretendo igualar la situación de hombres y mujeres, sino recordar que del lado de la oprimida debe surgir una alternativa estratégicamente eficaz, no un simple pataleo egoísta.
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