31 Diciembre 2012 Lunes
23:56
El
vestido de Raquel es demasiado corto para no llevar otra cosa encima mientras
espera en el balcón, pero parece que es la única prima que no ha olvidado el
descuido del año pasado, y no quiere tener que malcomerse las uvas otra vez.
Este año la Navidad
ha llegado fría y áspera, y Raquel aguarda con ansiedad volver al cobijo de la
casa. Cuando por fin sus primas ocupan los dos lados del estrecho espacio
exterior, ya está completa y definitivamente aterida. Sabe que han llegado,
pero el tenue calor que puede prestarle su sola presencia no alcanza para
restituir el bienestar.
La
duodécima uva arrastra al trámite colectivo de la melancolía. Las tres primas
se miran como si hubieran estado todo el año compartiendo sus penas y alegrías,
como si cada una supiera todo lo que el final del periodo evoca en cada una de
las otras. De pronto, el embrujo se extingue y las tres rompen a una en efusión
de besos, abrazos y felicitaciones. Raquel vuelve a adelantarse y entra la
primera. Conteniendo la exultante alegría besa a sus padres y familiares.
Cuando llega a Álvaro se sienta sobre sus piernas y lo abraza durante más de un
minuto. Él envuelve ávidamente el cuerpo de ella con sus brazos, rompiendo la
maraña de lazos familiares que se han formado a su alrededor y liberándola sólo
para él. La cabeza de ella, que se había hundido en su cuello, se yergue
ligeramente para acercarle la boca al oído.
-Felicidades también por lo
otro, mi amor.
-¿Por qué?
-Por lo nuestro. Ya es día
uno.
-Sí, bueno....
-¡Cinco meses desde nuestro
día de los correos mágicos! ¡Llevamos cinco meses juntos!
-No llevamos cinco meses
juntos.
-¡Álvaro!
-Hay que descontar la
separación…
-Álvaro, ¿otra vez?
-Es verdad.
-Pero si casi no fue nada…
-Pero lo que sea hay que
descontarlo.
-¡Pero si fue poquísimo!
-Pues poquísimo.
-¡Pero si no fue ni un día!
-Entonces nosotros nos
felicitamos mañana por la mañana.
-Vale.
Raquel vuelve a incorporarse
e imposta su sonrisa de Nochevieja familiar.
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