16 Marzo 2012, Sábado 18:22
Álvaro y Raquel caminan
hacia el coche. Ella oculta los ojos enrojecidos tras unas gafas de sol.
-¿Estás bien?
-Regular
Álvaro pasa la mano por su espalda.
-En un rato te recuperas, ya
verás
-Estas cosas me impresionan
mucho.
-Ya lo veo. Bueno, le has
dado una alegría viniendo. Has sido muy cariñosa con él.
-¿Tú crees?
-Seguro.
-No he visto que se
alegrara.
-Y eso te molesta, ¿verdad?
-... Supongo que no
estaba para alegrarse.
-¿Entonces?
-Pensaba que le animaría
más.
-… No sabía que teníais
tanto contacto.
-No tenemos mucho. El
normal, supongo.
-Ya… por las cosas que
decías pensé que no hablabais nada.
-Hablamos de vez en cuando.
Somos amigos.
Suben al coche. Álvaro
conduce. Suena un mensaje en el móvil de Raquel. Ella lo lee y contesta.
-¿Cuándo fue la última vez
que os acostasteis?
-Ya te lo dije. Al empezar
tú y yo ya habíamos terminado. Llevas el intermitente.
-Hacía quince días.
-Yo creo que más de un mes.
-Un mes. Eso no es nada. Te
seguía gustando.
-Ya sabes que todavía sentía
cosas, pero desaparecieron.
El móvil de Raquel vuelve a
sonar. Ella lee de nuevo, y de nuevo contesta.
-Empezaste conmigo para olvidarte de él, ¿verdad?
-Empezaste conmigo para olvidarte de él, ¿verdad?
-Álvaro, no es por aquí… Se
supone que deberías estar dándome cariño.
-¡Pero si estás triste
porque no te ha hecho caso!
Álvaro sale de la rotonda en
la que ha realizado el cambio de sentido.
-¡Deja de decir tonterías! No estoy triste. Me he
asustado al verle, nada más. Me da igual que no me haga caso. Ya sé cómo es.
El móvil una vez más. Raquel
escribe. Levanta la vista de pronto.
-¡¡¡¡¡Álvaro!!!!!
-¡Tranquila, joder, que ya
lo he visto!
-¡¿Qué te pasa?! ¿No podemos
olvidarnos del asunto este?
-Ojalá se muera…
-¡¡Vale ya!! ¡¡¿Cómo eres
capaz de decir algo así??!!
-Porque lo deseo. ¡Ojalá se
muera!
-No se va a morir. Sólo se
ha roto un brazo.
-Pero le están haciendo una
exploración encefálica. A lo mejor encuentran algo y se muere.
-No creo…
-Bueno, pues ya se volverá a
caer. A ver si sube al Everest la próxima vez y se cae desde arriba, los ocho
kilómetros. Digo yo que con eso se romperá algo más que el brazo, el Capitán
América.
Otra vez el móvil. Raquel
chatea sin prisa.
-Le añades de mi parte que
vaya preparando una ascensión al Everest.
-Es mi madre.
-…
-¿Le pongo del Everest?
-Tu madre…
-¿Qué pasa con mi madre?
-Raquel, ¿qué te gusta de
mí? Me dices que soy atractivo, pero no te lo parezco, ¿verdad?
historia de amor: desglose por indicadores. XXIV. el laberinto del equilibrio
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