Me dice una amiga que se
viste para ella.
Le pido que me lo
explique mejor, que no lo entiendo.
Me dice que cuando siente
que acierta con la ropa empieza el día con un plus de felicidad, y que se nota
en todo; que todo va mejor.
Le pregunto si se refiere
a que gusta más y eso hace que todo el mundo le facilite las cosas. Me dice que
no, que no tiene que ver nada con los otros, que es una cuestión de autoestima.
Que cuando se viste según el estilo con el que se identifica se siente mejor
consigo misma y de ahí surge una fuerza añadida.
Le digo que no lo
entiendo, que si no tiene un juicio previo sobre sí misma fundamentado en
valoraciones estables. Que cómo puede influir en la autoestima una camiseta. Que
cómo puede afectar a, por ejemplo, calcular una estructura de sustentación. Que
si la autoestima se puede poner y quitar frente al espejo en diez segundos. Le
pregunto si me lo puede explicar un poco más. “Explícamelo hasta que lo
entiendas”, le digo.
Me contesta, ligeramente
ofendida, que esto no es algo que se pueda compartir con todo el mundo. Que es
una sensación, que es íntimo, que tiene que ver con la comodidad, con la
cromoterapia, con el poder personal, con la energía de la belleza, y con muchas
otras cosas difíciles de demostrar y, más aún, de racionalizar.
Le digo que yo tengo una
explicación, aunque quizás peque de demasiado comprensible. Le digo que cuanto
mejor nos vestimos más atractivos resultamos y más mejora nuestra posición en
la pirámide del amor. Que, de ese modo, podemos aspirar a una mejor pareja
erótico-sentimental y que, en tanto que identificamos amor con felicidad,
vivimos el ir guapos como un adelanto de ser más felices que nos transmite
felicidad al presente.
Mi amiga rechaza esta
teoría con vehemente convicción. Dice que es absurda. Llega a decir que es
estúpida. Me pregunta si estoy afirmando que se viste para ligar. “Sí”, contesto.
-¡Ja! Si fuera así lo
haría de otra manera. ¿No crees que llevaría más escote? ¿Qué me pondría
prendas más ajustadas, qué me maquillaría más? Si lo que quisiese fuera ligar
iría hecha una puta y ya está. ¿O no?
-No. Sólo actuarías así
si fueras consciente de que te vistes para ligar. Pero en ese caso lo serías
también de que quien te elije lo hace en gran medida por tu aspecto, y el amor
dejaría de parecerte sinónimo de felicidad, y de hacerte feliz por adelantado.
La optimización de tus posibilidades iría acompañada del desencanto. Todo el
rédito que no le sacas cada mañana a tu aspecto, en aras de la idea de que te
vistes para ti, es el precio que pagas para poder obtener la energía que te aporta tu inocencia.
No sé cómo me aguanta.
No sé cómo me aguanta.
1 comentario:
Jajaja! Tu teoría es correcta. Hasta el punto de que cuando tu amiga tenga pareja estable dejará de ponerse esa ropa y se "relajará". La historia de siempre. Y por eso muchas parejas se echan en cara que han cambiado con el tiempo. Pero no han cambiado. Simplemente se han quitado la máscara.
Saludos! Salomé.
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