¿Qué condiciones determinan la altura que cada uno ocupa en la pirámide?
La filosofía del amor romántico se llenará la boca sobre reglas morales que garantizan la conservación de la pareja. Si somos buenos a la manera que nos explica, si amamos, seremos amados por quien es digno de recibir ese amor. La coherencia del mercado del bien como principio. Un mercado que, como el del capitalismo salvaje, abandonado a su suerte se regula y perfecciona espontáneamente.
Para alcanzarla, sin embargo, nos ofrecerá traicioneros trucos persuasivos que nos saquen a bolsa en las condiciones más rentables para apuntar alto y capturar a la más valiosa presa posible. Mayoritariamente, engaños para conseguir pareja en forma de arte de seducción y, también mayoritariamente, una ética basada en la atención, el respeto y la tolerancia para consolidar lo logrado por malas artes. Ligar como sea y, cuando descubran nuestro verdadero valor, resultar, al menos, soportables.
Huelga recordar que la pirámide ignora todos estos afanes por violentar su forma primitiva, y que los convierte en poco más que un movimiento vibratorio, fundamentalmente horizontal. Nuestra posición en la pirámide sólo depende mínimamente del arte de la seducción y de nuestro cumplimiento de la moral del amor romántico. ¿Cuál es, entonces, su escala de valores?
¿De quién nos enamoramos? ¿Quién se enamorará de nosotros? Veamos cuáles son los valores que estructuran la pirámide.
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