“No he perdido la esperanza”, me dice una amiga, a una edad a la que siempre pensó que su vida sentimental estaría “resuelta”.
Lograr pareja satisfactoriamente se vive como hacer fortuna: aquello en lo que todos a nuestro alrededor fracasan, pero en lo que nosotros conservamos la ilusión de triunfar. Algún caso excepcional nos servirá como puntual antecedente al que agarrarnos cuando la fe haga aguas. “Quiero encontrar a alguien a quien querer como se quieren mis abuelos”, diremos, lejos de una valoración realista de la aplicabilidad del ejemplo.
Y mientras tanto, avanzaremos de naufragio en naufragio, unos más totales que otros, reduciendo a cada ocasión nuestra ambición, de modo que un día estemos preparados para resignarnos a una relación sin más aliciente que no provocar sufrimiento, y que alguien nos ayudará a aceptar mediante la denominación de “verdadero amor” o “amor adulto”.
Ese día nos consagraremos como evangelistas del amor y ejemplos, desde nuestra insatisfacción más o menos olvidada, para generaciones venideras.
2 comentarios:
Cierto que muchas mujeres aún arrastran estereotipos y construcciones mentales más propias del Siglo XVIII que del actual, pero creo que cada vez más personas se dan cuenta de que es mejor estar sólo (mejor dicho, sin pareja), que apostar por esta alternativa tan triste que mencionas.
No se si te has fijado en que cada vez hay más "singles" por voluntad propia. Sobre todo mujeres. Tienen un perfil bastante común: estudios superiores, buenos trabajos, y mentalidad no-conservadora (parece que decir liberal asusta!). Mujeres fuertes e independientes en todos los sentidos. Hace años que se han dado dado cuenta de que para tener una relación sexual, no hace falta comprometerse.
Es verdad que sigue habiendo personas como la que mencionas, que se resignan y "compran", pero también las hay que no se conformarían con ese tipo de relación. Estamos en la vida para ser felices, y esto puede conseguirse con, y sin pareja.
Cada vez más gente lo tiene claro. Hombres y mujeres.
comentario enviado a contraelamor@gmail.com
Creo que el panorama que describes es una idealización. Esa mujer con estudios superiores, buen trabajo, mentalidad no conservadora, fuerte e independiente en todos los sentidos, parece más bien un simplista arquetipo liberal con el que debe compararse la mujer que no quiere ser identificada íntegramente con el modelo patriarcal. Esa comparación imitativa y admirativa de un mecano de cuatro piezas genera sólo una nueva forma de conciencia marginal: la de quien se considera con el deber de encajar con el prototipo pero se siente incapaz de hacerlo.
El éxito de una teleserie tan retrógrada y facilona como Sexo en Nueva York se explica así. Cuatro estereotipos femeninos aspirando desde sus distintas características y circunstancias al arquetipo que propones y fracasando continuamente en su logro. La confesión de este fracaso es la clave de la identificación masiva de sus seguidoras. La aceptación de que, al fin y al cabo, una mujer será siempre una mujer, es la traicionera alternativa que la serie les ofrece.
Ninguna mujer fuerte se conformará nunca con la soledad, porque la considerará inferior a un verdadero amor, y la resignación no es propia de los fuertes. Yo no conozco ni un solo caso que coincida ni mucho ni poco con el que describes. Sí conozco mujeres que aspiran a esa coincidencia, o a aparentarla, con más o menos vehemencia (y con el correspondiente sufrimiento).
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