La agamia es una idea extremadamente sencilla y, sobre todo,
extremadamente simplificadora de la compleja conflictividad de nuestras
relaciones. Pero lo es en el fondo. A primera vista parece a veces como si para
entenderla hiciera falta un master en no monogamias que nos permitiera
encontrar ese lugar concretísimo y sutil que la agamia ocupa con respecto al
resto de los modelos.
Nada que ver. La culpa es, en parte, mía, que escribo como
escribo (aunque igual no, porque nunca, nadie, en ningún sitio, se ha quejado).
Pero la aparente dificultad tiene también que ver con el propio
concepto, que es radical, y radical significa “de raíz”, y “de raíz” significa
que algo que antes estaba, y cuya raíz era persistente a pesar de que el tronco
se cortara y se cortara, y cuyo tallo siempre aparecía de un modo u otro para
volver a hacerlo todo un poquito parecido a lo anterior, y por eso un poquito
reconocible; radical significa, digo, que eso que siempre ha estado ahora ya no
está, de ninguna manera, para nada, en absoluto. Y a veces nos resulta tan raro
que no sabemos si tomarlo por un error o si quedarnos sin aire. Normalmente lo
único que pasa es que no lo reconocemos. No somos capaces de ver que ahí hay
una cosa, nada sutil ni minúscula, sino amplísima en realidad, y en realidad
enormemente elemental, pero tan ajena a nuestros esquemas que, teniéndola
delante, la contamos entre lo que no es.
Bueno, pues eso lo vamos a resolver del todo el día 18,
martes próximo, en un taller, porque lo vamos a poner en común y vamos a tratar
con los aspectos que nos resultan más difíciles de colocar, y nos vamos a ver
las caras y los tonos al expresarlos y eso va a ayudar una barbaridad a la hora
de localizar los puntos de la explicación que requieren más refuerzo, más
desarrollo o, simplemente, más énfasis; más decir “sí, sí, es que es eso mismo.
Lo has entendido perfectamente”.
El grupo será reducidísimo (8 o menos) así que nos podremos
detener en las dudas de cada una con toda tranquilidad.
Peinaremos el área, de todos modos, mediante un guion. Lo
voy a contar muy por encima, para que tengáis una idea quienes venís, para que
la tengáis también quienes no venís, y para permitir que esos dos grupos se
permeen de la manera más eficaz posible.
En primer lugar, por supuesto, vamos a ver un poco el
concepto de agamia, porque necesitamos un punto desde el que partir. Como no
será suficiente para enterarnos, lo referiremos a otros modelos relacionales,
de modo que al menos coloquemos el punto de mira. Y sí, lo compararemos con la
anarquía relacional, faltaría más, todo lo que haga falta. Pero sobre todo lo
vamos a comparar con la monogamia, porque no necesitamos hacer el viacrucis de
todos los modelos no monógamos para liberarnos del gamos. El camino sencillo,
rápido e indoloro es plantarse en la agamia directamente.
Cuando vamos a terminar de aclarar qué es la agamia es
cuando nos pongamos a hablar del gamos, porque a ver cómo vamos a librarnos del
gamos, es decir, a ser ágamxs, si no tenemos bien definido aquello de lo que
nos libramos. Los palos al aire cansan. Le vamos a dar a él, al gamos. En toda
la sustancia.
Y como muchos de esos palos tienen que ir al amor, veremos
al amor en detalle, que no nos gusta apalear inocentes. Vamos, que lo
someteremos a juicio. Esto no lo digáis por ahí, porque ya sabéis que está
prohibido. El amor, en nuestra cultura relacional, está aforado, y, cuando
delinque, los trámites judiciales son tan largos que la condena se queda
siempre por el camino.
Cuando digo “veremos” quiero decir, literalmente, que lo
veremos entre todas. Esto será un
taller. Cuando sea clase magistral lo advertiré en el título.
Eso, y alguna cosa más según el tiempo que nos dé, será el
día 18. Y el 25 pasaremos al terreno práctico, porque lo que a todo el mundo
nos interesa, entiendo, por lo menos tanto como tener una buena propuesta relacional,
es que esa propuesta se aplique y funcione. Así que vamos a tratar varias cosas
que tienen pinta de ser útiles como estrategias en el establecimiento de
relaciones donde el componente ágamo sea significativo. Veremos cómo lo
contamos, cómo lo planteamos, y haremos un esfuerzo por distinguir las
situaciones de cordialidad de las situaciones de hostilidad, porque, como
decía, ni nos gusta ser injustxs ni, que nos perdone dios, nos gusta ser
idiotas.
Ah, y costará 20 euros.
Y pronto habrá online.
Y si queréis más información podéis preguntarme en info@agamia.es, por ejemplo, o por cualquier otro medio que os resulte cómodo.
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